1/04/2011

MI INVOLUCIÓN MENTAL




Algo que caracteriza mi generación, y peor aún, las generaciones más recientes, es la falta de creatividad, de ritmo, de fe, de compromiso y de entrega. Sé que hay más adjetivos a enumerar pero en estos momentos es lo que se me ocurre, recurriendo obviamente a la premisa inicial de ausencias de mi generación.

Me fundamento en ello basándome en los movimientos distintos de los años sesenta y setenta que cambiaron al mundo en todo sentido, viendo por cualquier ángulo, esa generación profundizo cambios que aun sentimos, vivimos y compartimos, como la música, la vestimenta, y otras características que se me olvida y por ende recurro a la premisa inicial.

Porque es verdad, todavía los grupos musicales de aquellos años tocan, dan conciertos y graban discos con un éxito rotundo, superando a los grupos actuales. Si Freddy Mercury no hubiera dejado de existir, aun rodaría al escenario, en silla de ruedas por supuesto, recorriendo el mundo cantando “We Are The Champions” con los integrantes de Queen, todos ellos con un catéter al lado suministrándoles suero con gatorade y quien sabe que otras cosas más.

Otra muestra de la falta de creatividad o tal vez de interés comercial, porque hay que notar que innovar tiene un riesgo y ese riesgo es el fracaso, por eso los inversionistas en su afán de invertir dinero para obtener más dinero buscan los “lomitos” y “tiro al piso”. Entonces vemos como el cine se llena de carteleras de refritos exitosos, pero ahora con los retoques y efectos especiales actuales. Guau, que esfuerzo. Y lo peor de todo es que venden, por eso vemos que algo nuevo como lo fue Matrix sacó tantas secuelas como chipi-chipi en las playas de Higuerote. Shrek va por la cuarta entrega, Rocky por la doce y así.

De paso cada éxito no viene solo, trae consigo el juego para todas las consolas, los comics, la ropa, la joyería, la zapatería, los accesorios. Claro que de esto fue culpa de Menudo, un grupito de niños que siguen siendo famosos porque después de salir del grupo, unos entraron en centros de rehabilitación y otros salieron del closet. En fin, este grupo sacó a la venta, además de discos, todo lo que nos rodea, todo lo que podamos ver, tocar con las manos, pies u otra parte del cuerpo, todo lo que nuestros sentidos pudieran percibir, todo eso que puede llegar al infinito, todo lo sacaron al mercado o con el logotipo o la cara de algún pajuo carajito de “menudo”. Zarcillos, zapatos, correas, pantalones, faldas, camisas, lápices, loncheras, cuadernos, televisores, betamax, toca discos, bloques de arcilla, cabillas, sacos de cemento, productos farmacéuticos, teléfonos, ceniceros, tabaco, antisudoral, toallas higiénicas, tampones. Todo, todo y todo, venia con la cara o el logotipo de ese grupo, y ¿saben los peor?, fue un éxito total, todo eso se vendía como AZT en San Francisco.

Volviendo al tema inicial, nuestra involución se debe a creer que llegamos al llegadero. Pero es normal porque una generación que creció escuchando con un convencimiento religioso y con un fervor total de que el mundo se acababa en el año dos mil, pues que carrizo iban a esperar. ¿Para qué estudiar?, ¿para qué tener familia?, ¿Para qué preocuparse por el futuro?. Bueno ahí está el resultado. Una generación frustrada porque debe seguir viviendo sin miras al futuro, proyectándose al pasado, viendo películas que ya vio, que sabe como es el final, que sabe de qué va todo el argumento, pero es lo que hay. Todavía se escucha Beatles, Rolling Stones, Santana y pare usted de contar.

Por otro lado también debe ser por un gen primitivo que se nos activa con la edad, por aquel dicho que “cuando burro viejo ve pollinas, se le aguan los ojos” o por aquel que reza “todo pasado fue mejor”, y debe ser así, porque “fue”. Yo prefiero vivir el presente, con miras al futuro, sin olvidar el pasado, para todo lo demás hay tarjetas de crédito.