9/19/2006

LOS CONTRATOS

En mis ratos libres confieso, y juro que dispongo de pocos, que adicto a la historia y discado, no por aprender y culturizarme, si no por esa espina que tenemos todos (unos más que otros) de saber lo ajeno, estudio arqueología.

Ella es la ciencia que transforma la carroña en chateaubriand con papas fritas, la cafunga en banana split o una simple pedrusco en todo un monumento de plaza. Pero lo más revelador de la ciencia ésta, es que descose las marañas históricas y desvela los misterios que entornan lo descubierto. Gracias a la arqueología se ha podido constatar que ciertas leyendas son verdades y que algunas verdades son leyendas, como es el caso de los contratos de usuarios de software y los fabricantes.

Los contratos de uso de software, uno de los acontecimientos más recientes, producto del auge tecnológico del área, tienen igual característica y semejanza casi cómplice con los jeroglíficos egipcios: pocos los entienden. Y lo mas revelador de este estudio sobre los contratos es que en semejanza con los egipcios solo dice lo que el escritor o redactor del contrato puede, y es el único en entender. Por ejemplo: los antiguos egipcios escribían: pajarito a la derecha, palito con inclinación a la izquierda cuadrito con otro cuadrito adentro. Esto significa: hay pollo con espárragos, vamos todos a la mesa. En resumen es simple, lo dice, lo dibuja, se interpreta. A diferencia de los contratos que dicen, se dibujan y son indescifrables y por demás incumplibles.

Si los contratos de software se aplicaran a una novela, o cualquier otro libro, el comprador puede prestarlo, pero el lector debe pagar el importe del costo del libro. Si Ford hiciera lo mismo, el propietario del vehículo puede prestar su auto, pero el conductor debe pagar el importe del costo del coche para usarlo y en todo caso, solo se castiga al que no ha pagado el derecho de uso. Tampoco podría cambiarle el motor, o colocarle unos rínes más anchos o más altos sin permiso del fabricante.

Si los contratos de software se aplicaran a la cocina, jamás podría cocinarse una hayaca con berenjena o echar caraotas a una pasta, ni podría comer arroz con papas. Solo si la receta está aprobada por los aprobadores de oficio.

En mis estudios arqueológicos descubrí por accidente que fueron los contratos de software los que precipitaron la caída de los mas grandes imperios y se mantuvieron hasta hoy día las logias y grupos que han mantenido bajo llave los derechos de autor de los programas informáticos.

Fue en el cairo donde Alí Al Mamad mientras orinaba su camello en la esquina de mercado, comenzó a oír el golpe de la orina sobre el suelo un sonido mas grueso y seco. Es que el camello en su acto natural abrió un hueco de dos metros cuarenta centímetros de profundidad sobre la arena hasta golpear con una caja de madera escondida por las tormentas del desierto y que según carbono catorce, un investigador privado, tenía mil años ahí.

Para fortuna de los arqueólogos se trataban de expedientes del Tribunal de las Arenas séptimo de instancia en lo mercantil.

La gran mayoría de los expedientes fueron introducidos por demanda de una compañía llamada Ábaco Inc. Propietaria de los derechos de una invención de la época llamada, como la compañía: Ábaco. Parece ser que los usuarios, en su afán eterno de mejorar y personalizar el uso de este hardware usaban el software con más rapidez porque usaban ambas manos, y el contrato de uso rezaba que solo se podía manejar con una sola mano mientras que con la otra se sostenía en peso. Los usuarios de entonces alegaban que el uso de la mesa adicionaría velocidad en las operaciones, pero Ábaco Inc. no le interesaba la adición de las mesas como soporte ya que carecían del control sobre la patente de las consolas.

Este estira y encoje produjo la primera crisis conocida a través de la historia jurídica, pero en tiempos atrás de estos sucesos, en las cuevas de Altamira el uso del Paint sobre las rocas y la poca diversidad de colores en la paleta provocó la migración de los expertos al uso del lienzo, lo que generó la crisis del algodón que provocó el descubrimiento de América y la conquista del Estado de Alabama, para el cultivo de algodón y la industria del lienzo. Lamentable hecho histórico porque con tanta piedra en el mundo, la que se armó porque el dueño del rock paint no mejoró la paleta ni los entornos de trabajo.

Para los días de hoy contamos con mejor tecnología pero los acuerdos y contratos siguen siendo los mismos. Evolucionamos en un sentido, en una doble vía donde la tecnología va por el canal rápido, mientras que lo demás sigue en la tranca vial de siglos atrás.

Ya viene en camino, apresurado y con toda la avalancha publicitaria: el Windows argentino, el “¡Viste!”. Cuyo contrato difiere del encontrado bajo el orine del camello solo en que fue escrito de derecha a izquierda, porque su contenido dice igual en forma resumida: ¡Jódanse!

Joao Ferreira
17-09-06

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