En nuestro argot popular la palabra “cuaima” es utilizada para señalar, describir o nombrar a la mujer con pareja, de actitud compleja que nunca te deja. La mujer cuaima es tan común y está tan extendida su especie que se puede decir, así como si nada, que todas las mujeres son cuaimas, al igual que ellas dicen que todos los hombres son unos sinvergüenzas, cosa por demás falsa porque la mayoría de los hombres tienes sus vergüenzas completas porque jamás las usan. Pero volviendo al tema, las cuaimas verdaderas, las inocentes serpientes viperinas, ponzoñosas, venenosas y mortales son inofensivas ante tal ser, que debiéramos disculparnos con el creador por tal comparación, porque la cuaima verdadera ha sido desde los días de Adán y Eva objeto de la injusta manipulación de los medios escritos y claro, como ellas no tienen manitos para escribir no han podido ejercer su derecho a replica.
Nuestras cuaimas, aunque no lo acepten, llevan consigo en el lado más oscuro de su corazón, un pedazo de escama de reptil que se despierta apenas su hombre se le separa a más de cinco centímetros de distancia. La manera tradicional de calmar o disminuir los efectos que genera la escama en todo el cuerpo de la cuaima es mediante la operación quirúrgica de una cachetada con el dorso de la mano en ángulo de ciento ochenta grados. Esta operación sumamente delicada es practicada a diario y no se necesita estudios universitarios pero si mucha practica porque no hay nada tan fatal que equivocarse y errar en la aplicación, esto originaria una inflamación incontrolable de la escama de reptil que podría tardar meses en desinflamarse.
También hay distintos tratamientos según la región. Por ejemplo a las maracuaimas (las cuaimas maracuchas) se tranquilizan con un cepillao de kolita bañado de leche condensada, las caracuaimas (las de Caracas) se tranquilizan con una cajita feliz. Las corocuaimas (las de Coro) con arepa pela y suero pero la mas difícil de controlar es la barlocuaima, porque se tranquilizan con cafunga, majarete y chocolate caliente, todo a la vez.
Bueno, como les seguía comentando, las monocotiledóneas son las semillas de un solo cotiledón y no los cotiledones que andan en el parque con los monos… uff ya se fue, disculpen, tuve que disimular porque se acercó a la compu a ver que estaba escribiendo… es que yo tengo mi cuaima.
Bueno continuando el tema. Para identificar una cuaima es muy fácil. Toda cuaima le dice a su pareja “papi”. Cuando escuchen a una mujer decirle a su marido “papi” esa vicha es cuaimatosa en primer grado, la palabra “papi” para los que no la conozcan significa en boca de cuaima o en argot viperino “quiero”. Cuando escuchen la palabra “papi” confirmen que sigue a esta palabra un completa oración, con sujeto y predicado que denota deseo, solicitud o en su defecto orden.
Luego existe otra palabra clave de una cuaima y es “gordo”. Aunque el hombre sea un chupao la mujer le dice “gordo”. Ahora, que significa “gordo”, significa “vente pacá” y noten que cuando les dice “gordo” terminan la oración con igual estructura de deseo, solicitud u orden, que denota acercamiento.
Una de las estrategias para convivir con una cuaima sin problemas y que nunca se le inflame la escama de mapanare, es conjurando las palabras mágicas: “si mi amor”. Este conjuro nunca falla y aunque no se cumpla la solicitud de la cuaima mientras mas veces le repitas “si mi amor” cual serpiente encantada quedará tranquila. Yo me compré una franelilla de esas, que son negras y dicen: “se habla llanero”, “se habla malandro” etc. Yo me compre una que dice “si mi amor” y se acabaron los peos, en serio. Yo no bromeo con estas cosas y menos con cuaimas… que por cierto, saludos a todas las cuaimas en su día!
Joao Ferreira
7-08-06
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